Leí este libro hace 7 años, en una época de mi vida en que leía por leer. Me gustaba pero, mientras leía, mi cabeza le daba vueltas a otros asuntos y no me dejaba llevar por la historia como me hubiese gustado. Apenas tenía un vago recuerdo de su argumento, ni siquiera me acordaba del nombre del personaje principal... En fin, sabía que en su momento me marcó pero no podía recordar exactamente por qué. Así que decidí darle una segunda oportunidad ahora que mi cabeza está bien amueblada (o eso creo).
Esta vez nunca olvidaré el nombre del personaje principal: Margaret.
¿Hay algo mejor que un libro cuya historia rinde homenaje al propio placer de leer y escribir? ¿Que un personaje de ficción experimente los mismos sentimientos que tú con respecto a la lectura? Es como un mensaje de gratitud por parte del autor hacia el lector por darle una oportunidad al fruto de su esfuerzo y de su amor por los libros.
Por supuesto, no todo es pasión por la literatura en esta historia. También hay mucha intriga, mucha empatía con los personajes y cantidad de preguntas que surgen sobre la marcha para finalmente ser todas respondidas en el desenlace.
Todo transcurre en los meses fríos de otoño-invierno, cuando todavía la televisión no había llegado a nuestras vidas, y el único medio existente para comunicarse con el exterior era la correspondencia. Cuenta con el escenario perfecto como puede serlo una casa alejada del resto de la civilización, cuya propietaria es la más exitosa escritora de cuentos de esa época: Vida Winter, un misterio como persona y como inspiración creativa. Y precisamente es dicho misterio el que aporta la trama al Cuento número Trece.
¿Mi impresión después de leerlo por segunda vez?
Que estoy segura de que ya nunca olvidaré absolutamente nada sobre esta novela.
La primera oportunidad se la di en un mal momento... No siempre las segundas oportunidades tienen que ser malas.
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"Las palabras tienen algo especial. En manos expertas, manipuladas con destreza, nos convierten en sus prisioneros".
"Nos acostumbramos tanto a nuestros propios horrores que olvidamos el efecto que pueden tener en otras personas".
"Cuando no somos nada, inventamos. Llenamos un vacío".
.Estelle.
Me parece muy bien que le hayas dado una segunda oportunidad a esta novela
ResponderEliminarEs verdad que, en ocasiones, es muy complicado concentrarte en una lectura porque la cabeza está en otro sitio
Para tener la cabeza bien amueblada, creo que nunca debe faltar un columpio... por si nos aburrimos ;-)
Me suena mucho este título... ya lo miraré
Besos